Este martes ha tenido lugar en Barcelona una especie de cumbre turística internacional en la que la mayoría de sus intervinientes no han dicho más que sandeces, insensateces y frases hechas referidas a la industria más importante y menos contaminante de todas las actividades de la economía mundial —sobre todo para España— como es el turismo. Boberías pronunciadas por una retahíla de autoridades públicas y cargos de organismos oficiales de varios países que están de paso en el sector y que lo único que conocen de él son las habitaciones de los hoteles y los asientos de los aviones. And nothing more.
Este encuentro de representantes públicos celebrado en la capital catalana en torno a la reunión de la agencia de Turismo de las Naciones Unidas (la antigua OMT) no aporta absolutamente nada al sector, pues los análisis y reflexiones expuestos no son más que repeticiones de promesas ya planteadas antes de la pandemia y jamás implantadas. Que si masificación, que si cambio climático, que si pisos turísticos, etc., etc. O sea, lo de siempre: res de res, que dirían los catalanes.
La intervención del ministro Hereu, muy al estilo de su colega Yolanda Díaz, no tuvo desperdicio: primero dijo que “el consejo ejecutivo del organismo de Naciones Unidas no es uno más: se produce en un momento de debate sobre el futuro del turismo”, para luego continuar con el “compromiso de España con el turismo a nivel internacional” y luego acabar con “el avance de la sostenibilidad del modelo turístico”. Grandes argumentos para el devenir del sector que tanto aporta al PIB de España y de otros países del mundo.
Lo más enjundioso del encuentro de representantes del turismo oficial no fueron las manifestaciones huecas explicitadas en el acto de apertura sino los puntos de vista contrapuestos del ministro Hereu y su compañero de partido y actual alcalde de Barcelona, Collboni. Para el máximo responsable de nuestro sector y exalcalde de la Ciudad Condal hay que felicitarse “de que en España estemos en un momento de muy buenos datos” y para el alto mando municipal “el crecimiento del turismo no puede ser infinito y habrá que reducir sustancialmente el número de pisos turísticos”. Es decir, que los dos altos cargos públicos del mismo partido abordan los datos según sus respectivas conveniencias.
En la agencia de Turismo de las Naciones Unidas, refugio de políticos sin conocimiento en la materia, se dicen las memeces que no se pronuncian en el Consejo Mundial de Turismo (WTTC), que acoge a la flor y nata del empresariado turístico mundial. Boberías las de la agencia de la ONU que son históricas y no de ahora. Hereu, Collboni y el líder Zurab Pololikashvili nunca vivirán ni sentirán el turismo como Riu, Escarrer, Fluxá, Barceló o los catalanes Espelt, Vallés y Clos, entre otros. Las autoridades políticas siempre están de paso. Ya lo dijo Antonio Gala: duran más un olivo que el ministro más longevo.