Primero, no había aerolíneas low-cost con Europa; después hubo una u otra intifada, siempre repetidas. Después tenía que ser el año, pero llegó el Covid y acabó con todas las esperanzas, pese a que el país fue de los primeros en abordar el problema. Y este año, 2023 y su invierno, iban, definitivamente, a suponer el relanzamiento: Israel había depositados sus esperanzas en este año. Pero todo se ha vuelto a ir al garete: el ataque de Hamás del fin de semana pasado no deja margen a la esperanza.
Las noticias positivas para el país, que alimentaban la esperanza, eran muchas. Entre otras, una paulatina mejora de las relaciones diplomáticas con varios países de la órbita saudita, o sea sunita. Pero los mil muertos de los primeros días del ataque y la guerra han paralizado totalmente al sector turístico. (Cancelados los vuelos de España y Europa a Israel)
En todo el mundo, las aerolíneas han suspendido rutas a Israel, mientras que los gobiernos, como el español, han advertido a los ciudadanos de que no viajen debido a la inseguridad o, como el de Estados Unidos, que ha prohibido viajar a Gaza y “tener mayor precaución al viajar a” Israel. En la práctica, estos avisos de los gobiernos suponen que las aseguradoras no se hacen responsables de estos viajes, lo que convierte el turismo en una actividad de riesgo. Por lo tanto, poco se puede esperar. (España desaconseja viajar a Israel por motivos de “terrorismo”)
El turismo no sólo son los aviones, sino los hoteles. Los alojamientos, Eilat, las zonas turísticas, y por supuesto Jerusalén, con Belén en Navidades como atractivo primordial. Esto todo está ahora muerto. Hasta que pase esta oleada de violencia que, por lo que se puede aventurar, no será en poco tiempo.