La hotelería canaria viene padeciendo cada vez más acusadamente como principal problema un absentismo laboral disparado y sin comparación al resto de grandes destinos turísticos, según lamentan los mayores actores en el archipiélago (Canarias: el absentismo laboral en turismo “es brutal”).
La multiplicación y recurrencia de las bajas laborales está suponiendo la jaqueca más destacada de los establecimientos a la hora de poder operar con normalidad con sus plantillas, en un entorno además de importantes dificultades para encontrar personal (Iberostar forma empleados en Canarias para paliar la falta de personal).
Está situación viene generando en consecuencia un notable malestar entre los trabajadores de los hoteles, cuyas cargas se ven aumentadas por culpa de un número destacado de empleados que con frecuencia logran permisos para ausentarse de su puesto por presuntos motivos de salud.
Los equipos humanos que conforman la dirigencia y la base que impulsan a los hoteles manifiestan su impotencia ante la citada coyuntura, ya que los médicos igualmente se declaran asustados de no conceder bajas cuando dudan de su veracidad ante el supuesto de que algún caso puntual pueda empeorar su cuadro clínico.
La opinión pública en Canarias encadena estas semanas su debate centrado en la masificación y en la pobreza que aseguran provoca el turismo, aunque existan otros factores con menos visibilidad pero de importante trascendencia como la productividad y la sucesión de bajas de un número llamativo de empleados hoteleros, en paralelo al auge descontrolado del alquiler vacacional sacando viviendas de la oferta residencial, y con ello encareciendo sus precios.