El líder español del transporte marítimo de pasajeros es un empresario sin prejuicios ideológicos que se alinea con la izquierda, y más concretamente con el socialismo. Adolfo Utor, considerado como uno de los empresarios más importantes del turismo español, nunca ha ocultado sus preferencias políticas, al contrario de sus colegas del sector turístico, que, siendo mayoritariamente de derechas, no lo expresan públicamente. El dueño de Balearia siempre se ha inclinado por el PSOE, de González a Sánchez pasando por Zapatero, y de Chaves a Puig pasando por Armengol. Utor se ha hecho con el timón del negocio marítimo de pasajeros de nuestro país por méritos propios y por sus relaciones cercanas a las organizaciones políticas de izquierda.
El empresario valenciano copa estos días la actualidad por socorrer al conglomerado periodístico de izquierdas más relevante de España, Prisa. La angustiosa situación por la que transita el grupo que integra El País y la Ser, entre otros medios de renombre, no ha sido impedimento para que Utor haya salido al rescate de una armada mediática que hace agua por todos lados y sin ningún viso de reflotamiento. Ha invertido en Prisa conscientemente del desmoronamiento económico del que fuera uno de los principales grupos periodísticos del mundo, y que hoy se halla ajeno a la línea ideológica defendida por sus mentores periodísticos y políticos: Cebrián, González, Savater, Guerra, Azúa, Redondo, Caño y un largo etcétera. Toma el 5,4 por ciento en pleno tsunami financiero y de credibilidad.
Adolfo Utor, ex socio de Matutes y miembro de Exceltur, no es el único empresario turístico de alto nivel que apoya el pensamiento político de los sucesores de Felipe González, pues Antonio Catalán, dirigente de AC, es íntimo de Zapatero y alojó durante años en una de sus viviendas al ex secretario de Estado de Turismo, Joan Mesquida. En Baleares, el gestor de la cadena HM mantiene una relación muy estrecha con la presidenta del Congreso, Francina Armengol, aunque nunca hace ostentación de dicha relación. La casi totalidad de la clase empresarial turística española es cercana a la derecha pero de un manfutismo sonoro.