Ignoro si recuerdan que WeWork fue una de las compañías más prometedoras de la historia, nacida al tiempo que Airbnb, levantando enormes expectativas. Cayó espectacularmente apenas nació. Pero no desapareció. Con ambiciones más modestas, ha sobrevivido.
WeWork es una cadena hotelera en cuyas habitaciones en lugar de haber camas hay despachos. Usted llega a una ciudad y entra en una habitación a trabajar con su ordenador. Dispone de todo lo necesario como oficina.
El concepto parece que no llegó a cuajar del todo. Incluso en su nuevo enfoque, mucho menos ambicioso que el de 2019, la compañía no arranca. Sobre todo cuando la pandemia llevó a la mayor parte de las empresas a organizar el trabajo desde el domicilio del empleado. Así que esta semana su valor cayó un 50 por ciento en Bolsa, lo que apunta a una quiebra inminente. Todos los medios especializados lo ven venir. La compañía no es capaz ahora mismo de pagar sus deudas y ha pedido a los acreedores que pospongan los próximos vencimientos.
WeWork es otra de las ideas que promovió el extraño banco japonés SoftBank, que hizo grandes inversiones en innovaciones como estas. Algunas le han ido bien, pero no todas.
La compañía no comenta su situación de hoy, pero sí admite que tienen dificultades. Su máximo ejecutivo, Sandeep Mathrani abandonó la compañía hace unas semanas.
WeWork está presente en 777 ciudades en 39 países, lo cual es bastante respetable.