La empanada mental de los antiturismo se ha implantado en los medios, en las poblaciones turísticas y, muy especialmente, en la clase política. La diarrea cognitiva de los antiturismo se refleja bien a las claras este 3 de septiembre. Las autoridades del sector, con el ministro al frente, destacan los números extraordinarios alcanzados hasta la fecha, cifras de récord que usan para sacar pecho los Hereu y su taimado equipo. Unos registros con los que el mismo ministro y el mismo ‘team’ mañana, si les conviene, pueden criticar, discrepar y refutar por exageradas y dañinas para el ecosistema, tal cual hace ahora el exconsejero de turismo de Baleares, Negueruela, también de la jarca socialista. Cuando están en el cargo dicen una cosa y cuando cesan, la contraria. Surrealismo puro de unos doctores de la mentira, expertos de la manipulación y catedráticos del sectarismo. Negueruela, mismamente, ha pasado en un año de tolerar la entrada masiva de turistas a Baleares a participar en la marcha contra la masificación. Más que surrealismo, diríase que esquizofrenia (Los manifestantes ‘antiturismo’ y sus irreconciliables contradicciones).
Los medios, sobre todo los de las zonas turísticas, no le van a la zaga a los políticos en materia del absurdo. Hay diarios que zurran al turismo todos los días en editoriales, reportajes y especialmente en artículos de opinión, y que jalean las invectivas de sus columnistas y colaboradores contra la llegada de turistas a Son Sant Joan, a las playas y calas recónditas, a las vacacionistas paseando por el Borne y la calle San Miguel. Esos medios, que son líderes en sus regiones, luego no tienen empacho, o sea, dignidad, para pedirle a los empresarios y a los políticos denostados que les hagan anuncios en sus ediciones especiales sobre las ferias turísticas, cuyos fines son precisamente captar viajeros a través de la World Travel Market, Fitur e ITB, entre otras. También este martes, dos periódicos de un mismo grupo empresarial, Expansión y El Mundo, veían la masificación desde dos perspectivas bien distintas, lo que demuestra la complejidad del análisis sobre la situación del sector turístico: en sendos editoriales, Expansión defiende el turismo de cabo a rabo y El Mundo lo hace con matices.
Lo de los manifestantes y activistas antiturismo es para hacérselo ver, para ser auscultados por psiquiatras y por neurólogos. Los que protestan, desde Canarias a Baleares y en menor medida, Barcelona, han estado callados durante los mandatos de los gobiernos de izquierda. Ahora que el PP en Baleares y CC con PP en Canarias ostentan el poder es cuando salen a la calle a gritar contra la masificación, contra los elevados precios de alquileres, a dar bufidos contra el turista en vez de a los consejeros y presidentes y, sobre todo, contra el empresario turístico, tan envidiado como silente, tan zarandeado como cobarde. Ahora y no antes es cuando arremeten contra la actividad que les da de comer, que les ha traído riqueza y bienestar. Como si ellos no contribuyeran a la masificación cuando viajan a Ámsterdam, Atenas, Santorini, Venecia o Capri. A Capri llegan cada día 16.000 turistas de cruceros atracados en Nápoles. Solo permanecen unas horas en la isla y apenas dejan dinero… ¡Y nadie se manifiesta en el bello destino del sur italiano! Esos cruceros de turismo de horas que tanto fomentó Armengol ampliando los muelles del puerto de Palma para luego terminar zahiriéndolos. Fiel retrato de la política y de la sociedad cicatera y desnortada que nos ha tocado vivir (La prensa alemana e inglesa alerta del desprecio a los turistas en Mallorca).