Exceltur, que agrupa a las mayores empresas turísticas españolas, corrobora que como principal problema para el sector se ha colocado el malestar de los residentes con las consecuencias que ha traído el modelo de Airbnb por su falta de planificación y equilibrio, y su impacto en la pérdida de identidad, el encarecimiento de la vivienda y la saturación de infraestructuras y servicios (Baleares: el 90% del alquiler turístico es ilegal).
La selecta asociación ha decidido así centrarse en un nuevo e inaudito proyecto que se presentará en Fitur bajo el nombre de «el turismo que todos queremos», puesto que «este verano traduce un punto de inflexión, que recrudece y evidencia de nuevo, los cuestionamientos y discrepancias en la opinión pública sobre las bondades de ciertos modelos turísticos existentes, ante sus externalidades percibidas, versus los socialmente deseables, en diversos lugares de España».
Ante ello, Exceltur aboga por «un turismo que a su vez induzca el mejor empleo, e irradie los mayores niveles de bienestar y calidad de vida ciudadana percibida por los residentes en los distintos destinos españoles, urbanos y vacacionales. Unos desafíos que pasan por poner más el foco en ilusionar al residente para atraer al visitante más deseable, procurando mediante nuevos marcos de diálogo, que los vecinos sean pieza clave en la creación de un valor turístico diferencial en sus destinos», a fin de «evitar excesos puntuales de demanda, el ‘Sobreturismo’ y por ende, sortear los conatos de turismofobia» (Las viviendas turísticas asfixian a Málaga, Alicante y Baleares).
El lobby, en una reciente comunicación remitida a Preferente, defiende así «un turismo con alma que abrace al turista, sin dificultar la convivencia vecinal. Un turismo que respete el derecho de los ciudadanos a conseguir las mejores condiciones de habitabilidad y vivienda digna en sus barrios, por turísticos que sean, y que, junto a procurar lograr, las mayores cotas de bienestar social posibles favorezcan en paralelo su mejor capacidad de acogida al turismo y al turista. Un turismo que evite al residente sentirse un figurante».
Su anhelo, por lo tanto, pasa por evitar «la expulsión y vaciado de residentes de los entornos turísticos –gentrificación– quitándoles su alma, bien por la banalización o privatización de espacios públicos, o por estar en venta o alquiler a precios inasequibles mucha vivienda como segunda residencia de uso parcial, con lo que el éxito turístico reduce la viabilidad ciudadana de esos entornos».