Unos cien manifestantes, contados siempre con generosidad, se reunieron este domingo en el balneario 6 de la Playa de Palma, en Mallorca, para protestar contra el turismo. Los convocados, que suman menos que el número total de organizaciones adheridas, entraron en la playa y se dieron un chapuzón con una enorme pancarta.
La manifestación, dependiendo de cómo se cuente, es la cuarta en los últimos meses, aunque en este caso se convirtió en algo menos ambicioso porque hablaba de recordar cómo era ir a la playa antes, cuando los convocantes eran niños.
Las temperaturas en la jornada no invitaban a la política, por lo que la asistencia fue realmente pequeña, casi a la par que el número de medios de comunicación.
Uno de los asistentes repitió a la prensa que se eligió el balneario 6, conocido como Ballerman y popular únicamente entre turistas alemanes, por ser un símbolo de la Mallorca saturada. Igualmente, dijo, es un lugar representativo del turismo de borrachera. “No estamos en contra de los visitantes –repitió el portavoz de los convocados–, ellos tienen el mismo derecho que nosotros de disfrutar de las playas, pero queremos un cambio de modelo”.
A la zona acudieron dos vehículos de la Policía Nacional que, en contra de lo que sucedió en alguna manifestación anterior, no pidieron identificaciones dado que la protesta había sido convocada de acuerdo a la ley y se había informado a la Delegación del Gobierno.