La presidenta de Paradores, Raquel Sánchez, es una viajera compulsiva. En apenas un año al frente de la red de alojamientos del Estado ha llevado a cabo un sinfín de desplazamientos fuera de Madrid. De hecho, desde que accediera al puesto en sustitución de Pedro Saura, ha viajado todas las semanas lectivas de enero a octubre.
Lo llamativo de los prolongados traslados de Raquel Sánchez es que casi todos ellos han tenido como destino final Barcelona, su lugar de residencia. Ya fuera de visita de trabajo a Asturias, Galicia, Andalucía o Canarias, lo cierto es que siempre la Ciudad Condal fue su último destino u origen. Y prácticamente siempre lo ha hecho de jueves a lunes y a cuenta de Paradores.
El portal de transparencia de los representantes públicos del Estado muestra los gastos de dietas por desplazamientos, estancias y comidas de todos ellos. Y los de la presidenta de Paradores (en su caso, los desplazamientos) son la mar de elocuentes pues ponen en evidencia el insólito “overbooking” viajero de Raquel Sánchez.
La responsable de Paradores, una política sin experiencia en el sector turístico, al igual que sus antecesores —sean del PSOE o del PP—, ha justificado sus viajes semanales a Barcelona por motivo de reuniones de diversa índole: visitas a la Diputación de Cataluña, a la Delegación del Gobierno, a alcaldes catalanes, al aniversario de una aerolínea, a foros y a instalaciones de la red. Pero todas ellas de largo fin de semana.
Según el portal de transparencia —adjuntamos el documento al que ha tenido acceso The Objective—, en enero y tras las largas vacaciones, estuvo en Barcelona del 11 al 15 para una “reunión con la presidenta de la Diputación”. Después de Fitur, 10 días (del 9 al 19 de febrero) con el fin de “visitar los paradores de Arties y Vielha”. Y así, mes tras mes, de marzo a octubre, pues los viajes de noviembre y diciembre aún no se han hecho públicos.
Raquel Sánchez, ex alcaldesa de Gavá, fue ministra de Transportes. Sustituyó a José Luis Ábalos antes de acceder a la presidencia de Paradores. Permaneció año y medio en el ministerio y fue cesada tras varias incidencias ferroviarias en Galicia y Cataluña. No está implicada en ningún escándalo, pero las explicaciones sobre los motivos de sus constantes desplazamientos a Barcelona rozan la impudicia.