Samaná podría considerarse que ejemplifica a la perfección el eslogan “lo tiene todo” de República Dominicana. De hecho, tiene un poco más, tomando en cuenta que es el único destino en esta media isla que recibe, por llegadas y nacimientos, cada año, a decenas de ballenas jorobadas.
República Dominicana dispone de los santuarios de mamíferos marinos Banco de la Plata y Banco de la Navidad en Samaná, creados en octubre de 1986. No solo se trata de las primeras áreas protegidas de esa índole establecidas a nivel mundial o la reserva marina más extensa a nivel nacional, también fue el primer santuario de mamíferos marinos del Océano Atlántico.
Como resultado, cada año, entre mediados de diciembre y finales de marzo, miles de ballenas jorobadas llegan a las cálidas aguas de la costa de República Dominicana para aparearse y dar a luz. Solo en 2021 se registraron 605 ballenas jorobadas y 18 ballenatos que nacieron en Samaná, una cifra que había aumentado a 48 crias un año después, cuando el número de gigantes marinos se habia reportado en 944, la mayor cantidad en los últimos cinco años, de acuerdo con datos suministrados por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Mimarena).
El biólogo Nelson García Marcano explicó a elDinero que al Caribe llegan entre 800 y 900 ballenas anualmente, y al menos 252 ballenas jorobadas han sido identificadas en la bahía de Samaná. El avistamiento de los denominados cetáceos misticetos en el país se estableció por primera vez en 1985 y desde entonces, la actividad, ha contribuido a la proliferación de la especie.
“Ha aumentado la cantidad de ballena que nos visitan cada año. Inclusive, la especie estaba en una lista, que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), donde la tenía en categoría de vulnerable o especie técnica vulnerable por las altas presiones que provocan que la población vaya disminuyendo”, dijo García.
En la actualidad, las poblaciones de ballenas están más estables. Fue en 2019 cuando esta especie que habita principalmente en el océano Atlántico sur recuperó sus cifras después de rozar peligrosamente la extinción a causa de la industria de la caza de ballenas, una de las formas de explotación de recursos naturales más amplias y destructivas a nivel mundial.
Santuarios
El Santuario de Mamíferos Marinos de La Plata y Navidad es una de las pocas áreas marinas costeras protegidas del Caribe insular donde los procesos ecológicos y biológicos asociados a los ecosistemas que alberga se mantienen en perfectas condiciones. Cubren un área total de 32,913 km, lo que representa el área de conservación más extensa de República Dominicana, conocidos como Santuario de Mamíferos Marinos (MMDR).
Estos fueron creados por Decreto No. 319 del 14 de octubre de 1986 y actualmente pertenece a la Categoría I, Reserva Científica en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, lo que corresponde a un Área Natural Estricta/Silvestre de la UICN.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ambos espacios contienen algunos de los hábitats naturales más importantes y significativos para la conservación “in situ” de la diversidad biológica del Caribe, especialmente de las ballenas jorobadas.
Por este motivo, la zona ha sido propuesta como un hábitat crítico para la supervivencia de esta especie, en el marco del Acuerdo sobre Biodiversidad. Es así como Samaná se perfila como un destino de suma importancia para la especie de ballenas jorobadas, sirviendo de cuna para las nuevas crías, donde se alimentan hasta conseguir el desarrollo necesario para emigrar junto a sus madres.
La Unesco resalta la importancia de los santuarios, en primer lugar, a que la protección de esta zona preserva el hábitat crítico para la reproducción de una población de unas 3,000 ballenas jorobadas en Norteamérica que migran cada año a las cálidas aguas del Caribe durante el temporada invernal. De hecho, estiman que el 85% de la población de ballenas jorobadas del Atlántico Norte utiliza las aguas del Santuario para realizar funciones vitales, apareamiento y reproducción.
Datos de Mimarena son más específicos respecto a la cantidad de ballenatos registrados localmente cada año, lo que certificaría el número que se pueden considerar dominicanas. Entre 2018 y 2023 se reportaron unos 138 “bebés ballenas”, siendo el 2022 cuando se vieron la mayor cantidad, alcanzando 43 crías en aguas nacionales.
“Un dato importante es que las ballenas son dominicanas ya que nacen aquí y se van al norte a buscar su comida y regresan a nosotros, un elemento importante que debemos resaltar y que nos hace sentirnos orgullosos”, destacó García.
Las ballenas jorobadas recorren más de 60,000 kilómetros y arriban al país para tener sus crías, que nacen después de una gestación de 11 a 12 meses, miden 12 pies y pesan entre 2,000 y 3,000 libras. Para alcanzar el desarrollo necesario para emprender el viaje de regreso, consumen hasta 50 galones de leche diarios. Es decir, más 800 biberones de leche para niños.
Tal como explicó Ileana González Messina, veterinaria y guía especializada en ballenas jorobadas, los ballenatos pueden aumentar de peso a un ritmo de alrededor de 50 libras (aproximadamente 23 kilogramos) por día durante los primeros meses de vida. En ese período, el ballenato se alimenta principalmente de la leche materna, que es rica en grasas y nutrientes necesarios para su crecimiento rápido.
Más interesante es saber que algunas de los ballenatos que nacen en el área, continúan regresando luego como adultos. Se trata de un hecho confirmado tanto por González como por García, quien agregó que, “del total de ballenas que nos visitan en Samaná, de 100 regresan 73”, dijo. Recordó que en país se lleva un programa de monitoreo para identificar por su cola a los ejemplares, teniendo constancia de cuál ballena ha llegado y cuándo.
Impacto económico
La temporada de ballenas no solo mueve a cientos de esos mamíferos marinos, también miles de personas asisten con las expectativas de ver a algunos de los colosales del mar. Esta actividad, como resultado, dinamiza la economía de Samaná. En ese sentido, el biólogo García explicó que 43 embarcaciones están registradas para los avistamientos, pero solo se permiten tres al mismo tiempo, a 100 metros entre sí y deben estar reguladas.
“Lo más importante es que esta actividad dinamiza toda la economía de Samaná, moviliza desde los capitanes de embarcación y los guías, hasta inspectores de vida silvestre que acompañan y monitorean a las ballenas”, señaló.
Asimismo, el ministro de Medio Ambiente, Miguel Ceara Hatton, aseguró que alrededor de un 90% de la provincia se beneficia de la temporada de ballena. “Esto genera un alto número de turistas, impacta a los restaurantes, las mismas personas, los comunitarios de aquí preparan sus mesitas para la venta a los visitantes”, agregó.
Sin embargo, para González Messina, lo más importante es que, con cada visita, intentan fomentar el amor por la conservación de las especies marítimas. “Al hacer ecoturismo estamos apoyando la conservación de las especies”, explicó.
De acuerdo con estadísticas de la entidad estatal, entre enero y marzo del 2023 se reportó la asistencia de 108,476 personas, siendo marzo el mes con más visitas, alcanzando las 65,290, seguido de febrero con 29,160 y enero con 14,026. Los datos muestran que la cantidad de extranjeros sumaron 81,334 mientras los dominicanos llegaron a 27,142.
Se trata de un número que ha crecido en más de un 50% desde 2019, cuando se reportaron 71,261 en total, una cifra que aumento hasta los 100,336 en 2022, y continúa creciendo. Para embarcarse en un bote para ir a ver las ballenas, los visitantes pagan un promedio de RD$250, por lo que ese estima que el avistamiento de ballenas ha representado ingresos sobre los RD$27,119,000 en 2023.
“Podemos dar a conocer esta riqueza natural que tiene República Dominicana y eso hay que conservarlo y protegerlo. Pero también es una oportunidad para que pueda haber actividad económica respetándola”, indicó Ceara Hatton.
Principales peligros para las ballenas
De acuerdo con González, el principal reto al que se enfrentan es la contaminación ambiental. “Tenemos el reto de prevenir que este tipo de prácticas surjan durante las excursiones”, comentó.
A esto se le suma calentamiento global, indica García. “Estaría afectando toda la cadena alimentaria de las ballenas”, especificó. El principal alimento de las ballenas jorobadas es el krill, unos pequeños crustáceos parecidos a los camarones.
Estos animales, a su vez, se alimentan de otros, como fitoplancton. “El calentamiento global puede provocar que haya un aumento o disminución de estos ese fitoplantando”, explicó. Es una situación que podría afectar de manera indirecta.
Desde la Autoridad Nacional de Asuntos Marítimos (Anamar), detallan que en 2022 encontraron que en el Banco de la Plata los arrecifes coralinos y estos mostraron “claros signos de deterioro en los arrecifes evaluados”.
Explican que, en el fondo del mar, hay muchas algas y pocas áreas cubiertas por coral duro. También, la variedad de especies de coral es limitada y se encuentran algunas en peligro de extinción.
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